Un reputado filósofo es llamado a Estocolomo por la Reina de Suecia para darle clases particulares. Una de las frías mañanas suecas se descubre que ha muerto de pulmonía pero en realidad no es así... A partir de este hecho se desarrolla una trama de amistad, traición y fanatismo que durará 360 años hasta descubrir que en realidad fue vilmente asesinado por un capellán contrario a sus ideas con una hostia bañada en arsénico.
No señores, no se trata de la última novela de Stieg Larsson, aunque ocurra en Suecia.
Se trata de Descartes, cuya muerte se suponía había estado provocada por una pulmonía durante el período en el que impartía clases a la Reina Cristina de Suecia todos los días a las 5 de la mañana. El filósofo, que no soportava madrugar, no aguantó mucho hasta fallecer de una pulmonía. O esa era la versión oficial...
(No hace mucho el alemán Theodor Ebert escribió un ensayo sobre Descartes en el que expresa la posibilidad de que fuera asesinado por el capellán conservador François Viogué mediante una hostia bañada previamente con arsénico.)
...y la que a mí más me gustaba.
Una de las razones por las que Descartes me despierta más simpatía es porque él aborrecía madrugar (casi) tanto como yo. No sé si a Descartes le ocurría lo mismo que a mí, pero es que yo no me puedo levantar por las mañanas y en cambio por la noche se me hacen fácilmente las 3 de la mañana.
A parte, esas son mis horas, lo intuyo, lo siento. Entre las 12h. y las 3h. es mi momento de máximo esplendor. A veces, leyendo en la cama, se me ocurren cosas pero después me duermo y al dia siguiente no las recuerdo, y pienso que si me levanto a escribirlas me desvelaré por más tiempo.
Más que nada porque cuando me pasa eso quizá sólo se me ocurre un pensamiento, o una frase, solamente un hilo que sale de la madeja de mis pensamientos y puedo tardar un buen rato en desenredar la madeja. Eso me recuerda a Sócrates y su mayéutica, que si su madre era comadrona y ayudaba a parir niños, él ayudaba a parir verdades.
Lo mío también es parecido a un parto.
No señores, no se trata de la última novela de Stieg Larsson, aunque ocurra en Suecia.
Se trata de Descartes, cuya muerte se suponía había estado provocada por una pulmonía durante el período en el que impartía clases a la Reina Cristina de Suecia todos los días a las 5 de la mañana. El filósofo, que no soportava madrugar, no aguantó mucho hasta fallecer de una pulmonía. O esa era la versión oficial...
(No hace mucho el alemán Theodor Ebert escribió un ensayo sobre Descartes en el que expresa la posibilidad de que fuera asesinado por el capellán conservador François Viogué mediante una hostia bañada previamente con arsénico.)
...y la que a mí más me gustaba.
Una de las razones por las que Descartes me despierta más simpatía es porque él aborrecía madrugar (casi) tanto como yo. No sé si a Descartes le ocurría lo mismo que a mí, pero es que yo no me puedo levantar por las mañanas y en cambio por la noche se me hacen fácilmente las 3 de la mañana.
A parte, esas son mis horas, lo intuyo, lo siento. Entre las 12h. y las 3h. es mi momento de máximo esplendor. A veces, leyendo en la cama, se me ocurren cosas pero después me duermo y al dia siguiente no las recuerdo, y pienso que si me levanto a escribirlas me desvelaré por más tiempo.
Más que nada porque cuando me pasa eso quizá sólo se me ocurre un pensamiento, o una frase, solamente un hilo que sale de la madeja de mis pensamientos y puedo tardar un buen rato en desenredar la madeja. Eso me recuerda a Sócrates y su mayéutica, que si su madre era comadrona y ayudaba a parir niños, él ayudaba a parir verdades.
Lo mío también es parecido a un parto.