Monday, 21 July 2014

Memories

"Marcos hizo un esfuerzo descomunal para abrir los ojos, a cada centímetro de párpado que subía podía notar los rayos de sol acuchillando los receptores de luz de su pupila y los pequeños soldaditos de su iris intentando cerrar la escotilla (A Marcos le gustaba imaginar su cuerpo como salido de "Erase una vez... El cuerpo humano": mini humanoides trabajando a marchas forzadas para hacer que el corazón bombee o para subir y bajar los párpados y dilatar los músculos del iris dejando pasar más o menos luz.)
Cuando por fin consiguió distinguir las primeras siluetas lo que vio fue más impresionante que el dolor de cabeza que le martilleaba incesantemente. A unos tres metros de él se hallaba el cuerpo inerte y manchado de sangre de uno de los asistentes a la fiesta. La música ya no sonaba, de hecho estaban a fuera en uno de esos callejones traseros Manhattan style como salidos de una película (con su escalera de emergencia a un lado, su puerta trasera, su reja, su cubo de basura a medio tapar y su gato callejero y todo)
Marcos intentó incorporarse pero al hacerlo notó el peso de algo en su mano, tenía miedo de mirar y revelar sus temores, ni siquiera le hacía falta, sus otros cuatro sentido le decían todo lo que necesitaba saber: Pesaba y se sentía como un cuchillo, había hecho ruido como de pedernal frotando el suelo y... bueno, no le apetecía nada metérselo en la boca (además, ésta le sabía a rayos) pero no le hacía falta porque olía a ¡Sangre!
Un grupito de tres personas se empezaba a congregar y a cuchichear alrededor de Marcos y pese a que tenía dificultades reales para desembotar su cabeza, una de las voces llegó a él con más claridad que las otras:
-Ha sido él... Yo lo vi todo, una puñalada certera y no hizo falta más.
Marcos no recordaba nada. Él estaba tan a gusto en el interior de la fiesta hablando con uno de sus colegas y de repente ¡Pam! estaba allí tumbado, no sabía ni cuanto tiempo había transcurrido ni que demonios hacía allí con ese cuchillo en la mano.
Se empezaron a oír sirenas a lo lejos, hubo un momento de incertidumbre y de repente como si todo el mundo hubiese decidido darse cuenta a la vez de la magnitud del suceso, se pusieron a chillar, correr y entrar en pánico. Marcos, con una valentía que no había sentido nunca, se levantó y, aprovechando la confusión, apoyó pie en la papelera a medio cerrar y se encaramó a la reja del callejón saltando a la calle adyacente y huyendo del lugar del crimen.
<<¡Diablos! -pensó- Me lo he cargado...>>
Corría y ya no sentía ninguno de los dolores anteriores. La sangre le fluía a tope por el cerebro a causa de la adrenalina, a su vez trataba de recordar como habría podido llegar a suceder aquello. Él era un pacifista, ni siquiera había tenido una pelea en su vida. No recordaba nada, pero las pruebas estaban ahí y eran MUY concluyentes...
Las sirenas se empezaron a oír más lejanas y Marcos relajó el paso. Sabía que tardarían un rato en encontrarlo, había mucha gente en aquella fiesta y sólo tres lo habían visto, además estaba casi seguro de que ninguno de aquellos tres lo conocía...
<<Mierda. Debería haberme quedado con el cuchillo, lleva mis huellas...>>"

¿Son los recuerdos la prueba fehaciente de lo que hemos hecho o vivido? 
Cuando no se recuerda... ¿No se ha vivido? 
¿Puede un sueño llegar a enviarnos estímulos más vividos que una experiencia vital?
Cuando un árbol cae en medio del bosque y nadie lo escucha, ¿Produce algún sonido? 

Es más, ¿Ha caído realmente el árbol si nadie lo recuerda?

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