Wednesday 15 June 2011

La nostalgia del baile de graduación

Me queda muy poco para ser enfermera con todas las de la ley, aunque mi padre diga que ya soy enfermera desde que vuelvo a casa de las prácticas con una sonrisa y parloteo alegremente de todo lo que he hecho ese día, curioso baremo el suyo, más que nada porque entonces tendría que ser enfermera desde octubre XD.

Hoy me ha dado por echar la vista atrás y recordar este año y poco más que he pasado de prácticas.
Recuerdo mi primera vez en el hospital, estaba muerta de miedo. Los primeros días mi mayor objetivo era algo más o menos así: "Venga Laura, intenta no tocar nada sin permiso y molestar lo menos posible... Con un poco de suerte no matarás a nadie, tú no la líes mucho y conseguirás pasar la primera semana sin una citación judicial". Además me sentía muy inútil, era como si estorbara en todos lados. También recuerdo la primera cosa digna de mención que hice (porque hacer camas no cuenta y sacar medicación no es lo suficientemente apasionante para contárselo emocionada a tus amigos): ¡¡Di de comer por una sonda nasogástrica!! (un tubito que se mete por la nariz y va al estómago, así grosso modo) La cosa es tan complicada como:
  1. Coger una jeringa de las grandotas (de 60 o 100ml).
  2. Aspirar con la jeringa la papilla/turmix que han subido de cocina.
  3. Enchufarla por la sonda. Bueno, con cuidado, lentamente y esas cosas.
  4. Repetir pasos 2 y 3 hasta que se acabe la papilla (o veas que el paciente va a explotar), manteniendo pinzada la sonda mientras no se está introduciendo nada. 
  5. Pasar 1 jeringa llena de agua para que entre la comida, no se quede por la sonda y así ésta se mantenga permeable.
¿Fácil no? ¡Pues yo cagadita de miedo oiga!  Estaba muy emparanoiada con el tema de pinzar la sonda porque me habían dicho que era muy importante que no entrara aire, una parte de mi pensaba: "Bueno ¿Y qué importará si le entra un poco de aire... en el estómago? ¿Qué le va a pasar? ¿Que tendrá gases luego?". Como he dicho el tema de no matar a nadie me obsesionaba realmente, así que unos cuantos gases no me importaban... Al poco rato descubrí que la importancia de pinzar la sonda no era tanto por lo que podía entrar en ella sino por lo que podía salir de ella y es que el mérito de ese procedimiento era conseguir hacerlo sin pringar toda la cama y tu uniforme. Al final lo conseguí y con el paso de los días ya casi podía hacerlo ¡sin tener que poner un empapador debajo! Recuerdo muchas cosas de ese primer señor, cuando yo llegué ya llevaba mucho tiempo en la planta y era un poco "el niño mimado" de las enfermeras. Me acuerdo de su cara y de su nombre (cosa que es todo un hito en mí, con lo mala que soy para los nombres) y también recuerdo que llegué un lunes y su nombre ya no estaba en la carpeta de su habitación. No me hizo ni falta preguntar qué le había pasado el fin de semana porque ya sabía desde hace tiempo lo que le pasaría, al cabo de unos días vino su mujer a darles las gracias a las enfermeras y ellas lloraron. Realmente le habían cogido cariño.

Pero aquella no fue la primera experiencia que tuve con la muerte, la primera vez que murió un paciente fue en mis mismas narices. No fue nada repentino, se veía venir desde hacía unos cuantos días y ya se había acordado con la familia que no se iba a hacer mucha cosa más. La cuestión es que justo estábamos 3 en la habitación: enfermera, auxiliar y yo. Habíamos entrado a hacer los cambios y mi enfermera se percató de que la señora llevaba mucho tiempo sin respirar, nos quedamos aguantando la respiración durante unos microsegundos y al final la señora cogió una bocanada de aire como cuando sales de bucear en el agua al límite de tus pulmones. Las tres respiramos aliviadas también. Pero esa bocanada fue la última.
Fue una sensación extraña, dicen que al final te acabas acostumbrando y que la muerte de los pacientes ya no te afecta de la misma manera, pero yo no lo tengo tan claro. El otro día leí una cosa:
¿He llegado a ser un buen médico? — Ya eres un buen médico, Elliott. — No, lo que quiero decir es… ¿soy más sólido? ¿Me he acostumbrado a la muerte de algunos pacientes? ¿He sabido distanciarme? — No, uno no se acostumbra a la muerte de los pacientes. Y es justo porque aceptaste no distanciarte por lo que seguiste siendo un buen médico.
Cambia médico por enfermera... (es muy difícil encontrar estas cosas, libros, pelis, etc. pero que hablen de enfermeras. Y esta es la razón por la que tenéis que ver todos Nurse Jackie!). Yo no creo te acabes acostumbrando, pero creo que aprendes a vivir con ello. Aprendes a ver a la Parca sentada al lado de la cama del paciente de la 8 que está fatal y la saludas "¡Ei!" y le dices: "No te lo lleves anda, y si te lo tienes que llevar, que no sea en mi turno, por favor."
Estas fueron las primeras semanas en que todo eran sensaciones nuevas y cada día hacía alguna técnica nueva. Me acuerdo de la primera vía que puse, fue de improvisto, yo en principio iba a mirar como lo hacía la enfermera pero resultó que el señor pese a su edad tenía unos cañones por venas y además era majísimo en plan: "Sí, sí, que pinche la alumna que tiene que aprender" así que la enfermera decidió que lo podía hacer yo. Fue todo muy guiado, ella me dijo "pincha aquí", yo pinché donde segundos antes había estado su dedo y ¡Diana! Luego para lo que es canalizar la vía ya tuve más problemas. A todo esto el señor mientras le pinchaba me estaba contando un chiste del que no me acuerdo (y me da mucha rabia no acordarme) pero de lo que si que me acuerdo es de que le estuve haciendo coña con el chiste y se lo hice repetir varias veces durante su estancia en la planta. Que por cierto, el hombre se puso fatal, tuvo una infección bestial y le pasábamos un antibiótico muy agresivo con las venas que le dejó sus cañones hechos polvo, se tiró mucho tiempo allí... tanto que yo me fui antes que él.
Y estas son algunas de las cosas que recuerdo del mes y poco que pasé en el primer hospital, también recuerdo algunas cosas sin importancia como que allí se utilizaba una piedra para chafar las pastillas... y un día la piedra se perdió y hubo que traer otra (alguien lo hizo). Mi enfermera ese día gritaba buscándola: "¡¡¿Dónde está la puta piedra?!!" XDXDXD

Luego llegaron las prácticas largas en hospital que se componen de dos rotatorios en dos servicios diferentes.
Por aquel entonces mi obsesión con el 5º mandamiento había disminuido un poco. Había descubierto que la gente no muere tan fácilmente y lo había descubierto empíricamente: viendo a una señora con fractura de fémur caerse desde la cama y no hacerse ni un rasguño. A todo esto ¡Las barandillas estaban subidas! A día de hoy aún me pregunto como consiguió saltar por encima o lo que fuera que hiciese...
En general guardo muy buen recuerdo de mi paso por el segundo hospital. La verdad es que la cosa se fue superando a sí misma. Primero fue trauma, donde se bailaba el Saturday night en el control cuando nadie te miraba y donde practicaba con J. mi compi de prácticas a ponernos vías la una a la otra. Y cuando pensaba que no podría encontrar un ambiente mejor que aquel y que nunca me lo pasaría tan bien como en ese rotatorio llegó medicina interna para contradecirme. ¡Y de qué manera! Con inundación y todo. 2x1 formación completa para catástrofes naturales por el precio de unas simples prácticas de enfermería ¿Qué más se puede pedir? Bueno, no quiero extenderme más en esta parte porque ya le dediqué mi particular homenaje a estas prácticas, pero a día de hoy aún sigo pensando que allí pasé mis mejores días como estudiante.

Para seguir con la tradición, de las prácticas de comunitaria no esperaba gran cosa. Todo el mundo me decía que me iba a aburrir y que se me iban a hacer muy largas. Yo estaba muy a gustito en el hospital y no me quería ir... Pues para variar me volvía a equivocar. Quizá no fueron tan espectaculares como las del hospital pero en general no fueron aburridas (excepto momentos puntuales desocupados) y se me pasaron volando. Hasta les cogí cariño a los yayetes sanos, que aprovechan que vienen a tomarse la tensión para explicarte que su nieta se va a casar o algo por el estilo y tienes que hacer malabarismos para escucharles y al mismo tiempo encontrar 2 minutos de silencio para tomarles la tensión.
Lo que más me gustó de esas prácticas fueron los domis, la atención domiciliaria o como se decía por allí a veces: "hacer la calle" XD. Antes de empezar las prácticas mi mayor deseo era entrar en un domi de alguien con síndrome de Diógenes o algo así guay. Al acabar las prácticas mi mayor deseo era que en el domi siguiente hubiera ascensor...

Y por último han sido las prácticas de UCI que estoy a punto de acabar. Me volvió a pasar lo de siempre, no me quería ir del CAP. Encima al principio la cosa no fue bien del todo. El salto era enorme: Vienes del CAP donde estás muy a gusto con tu consulta y tus pacientes más o menos sanos y llegas a la UCI y te empiezan a hablar de ventilación mecánica y de que si el Swan pasa de la aurícula derecha a la arteria pulmonar y tú "Comorrrr??!! Que le estás toqueteando una cosa que le atraviesa el corazón?! ¡¿Estamos locos o qué?!" El batacazo es enorme. 
Como iba diciendo, tenía la sensación de que mis buenos momentos en las prácticas se iban a acabar, que siempre había tenido demasiada suerte con mis enfes y no me podían tocar todas tan majas. Al principio casi me convencí de que tenía razón: Iba perdidísima, la mitad de cosas que me decían me sonaban a chino y la otra mitad no me atrevía a hacerlas por lo que he denominado "El efecto cable". El efecto cable consiste en que en UCI no tienes un paciente, tienes un montón de cables y vías y ya si eso debajo tienes un paciente... Y eso echa muy para atrás a la hora de acercarte a hacer algo aunque sea la cosa más sencilla del mundo.
- Ponle un paracetamol. 
- Vale ¿Pero por cual de las veinte mil vías que lleva se lo pongo?

Por suerte llegó junio y la diosa fortuna (mi salvadora con un extraño acento francés) le pegó una patada en el culo a mi mala suerte. Mi salvadora se tomó también el tiempo de explicarme cómo funcionaba todo y el efecto cable se convirtió en "El efecto yo-sé-para-qué-sirve-este-cable-y-sé-cuándo-lo-puedo-desconectar-y-cuando-no". De esta manera le perdí miedo a los cables y ahora ya me las apaño de maravilla.
Y así han ido pasando estas prácticas, haciendo bacteriémias zero con mOntse (estoy convencida de que al final haremos una correctamente con su mascarilla, su bata y su todo) hasta ayer, que hice el último examen de la carrera y en mis momentos de nervios pre-examen mi salvadora me dijo con su acento afrancesado: "Tranquila, eres una buena enfermera, pero tú aún no lo sabes." Lo clava bastante con sus frases, uno de los primeros días de estar con ella me dijo: "Tú sabes las cosas pero no estás segura de saberlo." Y tenía toda la razón, porque estaba bajo la influencia del efecto cable! que me creaba inseguridad.

Hoy me gradúo, técnicamente aún me quedan un par de días de prácticas pero ha sido entre ayer y hoy que me ha entrado la sensiblería y la nostalgia y ha sido ahora que me apetecía hacer unas mini conclusiones sobre lo que ha sido este año para mí.
Creo que he aprendido mucho, de hecho creo que he aprendido más en este año de prácticas que en los otros dos teóricos de la carrera. Creo que en todos los sitios en los que he estado al final me ha dado pena irme y eso es una buena señal. También creo que he tenido mucha suerte con mis enfes, porque he oído experiencias de compañeras y yo he sido muuuuy pero que muy afortunada. Por si alguno se ha perdido, mis enfes o mis nurses (depende de como me pille el día) son esas personas de las cuales he aprendido durante este año y que han contribuido en gran parte a que al final me de pena irme de los sitios.

Me queda otra cosa de este gran año, los pacientes. A veces me pregunto que habrá sido de alguno de ellos ¿Qué habrá sido de ese hombre al que le puse mi primera vía? ¿Qué habrá sido de esa señora que siempre sonreía al verme entrar y nos decía a las enfermeras que éramos las mejores y nos lanzaba besos? (Estoy sonriendo mientras escribo esto) ¿Qué habrá sido de ese señor que el primer día no se fiaba de mí por ser estudiante pero el día que me fui a despedir porque me iba de la planta se puso super triste? ¿Qué habrá sido de la señora que se empezaba a quejar antes de que la tocaras? ¿Qué habrá sido del chico jovencito que se fugó del hospital harto después de pasar una semana esperando a que lo operaran? ¿Y del que se fue a comer al Burguer King y luego volvió? (Me estoy descojonando mientras escribo esto) ¿Qué habrá sido de aquél hombre que nos iba a llevar a Port Aventura en coche cuando saliera? ¿Qué habrá sido de la señora tan salada de las úlceras en las piernas?
¿Que habrá sido de todos ellos? No creo que lo llegue a saber nunca.

Friday 10 June 2011

But with nothing to consider, they forget my name

En las prácticas de mi carrera que estoy a punto de terminar intento presentarme a los pacientes siempre que puedo. Entre otras cosas para evitar que me llamen "nena" o cosas más raras, como una señora que me llamaba "Evi" por unas siglas que pone en mi uniforme hasta que le dije que en realidad no me llamaba así (pero la señora me siguió llamando "Evi" porque a las dos nos hacía gracia la confusión).
Normalmente la gente está encantada de saber tu nombre y les da más confianza y sensación de cercanía, pero esto no siempre es así...

El otro día al entrar en mi box tenía una paciente nueva, estaba intubada (por lo tanto no podía hablar) y recién despertadita de la anestesia. Aproveché que tenía que preguntarle si tenía dolor para presentarme:

- Hola, me llamo Laura y soy la estudiante en prácticas, estoy aquí por las tardes.
- *Encogimiento de hombros y fruncimiento de labios* (en plan "¡Poh mu bien!")
- ¿Cómo se encuentra? ¿Tiene dolor?
- *Gesto afirmativo con la cabeza*
- Vale, enseguida le pongo algo para el dolor. Ya verá qué bien.

Me desconojé interiormente al ver que a la señora le daba igual cómo me llamara y mi pensamiento fue: Bueno, al menos la tía es sincera. Le importa un cojón mi nombre, ella lo que quiere es un calmante.