Wednesday 23 March 2011

Doctor en Irlanda

No he visto "Doctor en Alaska" y sí que he visto algunos episodios de el plagio la adaptación/homenaje ejpañol "Doctor Mateo" pero intuyo que este libro debe de ser una mezcla de ambos con toques de color verde, tréboles y festividades el 17 de marzo.

Doctor en Irlanda trata sobre (como su nombre indica) un doctor recién licenciado que se muda a un pequeño pueblo de Irlanda a hacer de médico de cabecera, para ello cuenta con la inestimable ayuda del médico local que lleva más de 30 años ejerciendo "a su manera". Para empezar lo primero que le dice es: "Regla número uno: no dejes que los pacientes se te suban a la chepa" otras cosas que hace son: poner inyecciones por encima de la ropa, trucar la silla de los pacientes para que resulte más incómoda... En un principio el Dr. Laverty (el novatillo) alucina con los métodos poco ortodoxos del Dr. O' Reilly pero con el tiempo descubre que aunque algunos métodos no son del todo apropiados (vale, pinchar las intramusculares con ropa no tiene perdón de Dios) otros sin embargo son muy eficaces para tratar con los particulares habitantes del lugar y sus excentricidades. Al final el Dr. Laverty tiene que reconocer que O'Reilly es un buen médico y que se preocupa mucho más por sus pacientes de lo que aparenta, simplemente el tipo de preocupación que tiene un medico de familia por sus pacientes en un pueblo perdido de Irlanda no es ni por asomo el mismo que tendrá un cardiólogo de un hospital de 3r nivel.
Durante el libro Laverty va aprendiendo algunas cosas como por ejemplo esta frase que me gusta mucho (barriendo para casa):

Lo aprendí cuando era estudiante. A cualquier médico le gusta pensar que está al mando, pero más vale estar del lado de la hermana a cargo del pabellón.
Sí señor, cuanta sabiduría! Después de leer esta frase me dediqué a recolectar algunas frases del libro que me gustaron especialmente o que reflejaban algo que siento pero que el autor expresa mejor que yo.

Una conversación de Laverty con un amigo de la facultad sobre si hicieron bien estudiando medicina:

- ¿Sigues disfrutando?
- ¿Recuerdas cuando solíamos ver Dr. Kildare en la tele? -preguntó con acento americano-. "¿Qué te parece el trabajo, Kildare? Es un infierno, doctor Gillespie, pero adoro cada condenado minuto." Todo es un puto disparate, pero sí, estoy bastante seguro de haber hecho la elección correcta.
"Es un infierno, pero adoro cada condenado minuto" ¡Dios mío! ¿Alguien podría haberlo expresado mejor? Esa sensación cuando llegas a casa cansadísima pensando: "Madre mía, que día hemos tenido hoy... pero Dios, no lo cambiaba por nada en el mundo".

Otra conversación de Laverty con el mismo amigo, esta vez sobre la operación de un paciente:
- ¿Te habría preocupado?
- ¿Que hubiera muerto? -Jack removió su vaso de whiskey-. ¿Sinceramente?
- Sinceramente.
- No lo creo. Me hubiera molestado mucho que la operación no saliera como estaba planeado, pero cuando están dormidos bajo la sábana esterilizada no los ves como personas. No puedes hacerlo.
- ¿Por qué no?
- Porque sería condenadamente difícil clavar el escalpelo y hurgar en sus entrañas como si estuvieras limpiando un pescado.
Me pasaba lo mismo, salvando las distancias, al poner una vía o sacar sangre. Si veía una mueca de dolor me bloqueaba pensando que le estaba haciendo daño y no podía hacer nada más (lo que era peor, porque había que volver a pinchar). Hasta que alguien me dijo "Pues no le mires la cara en ese momento" y desde entonces todo ha ido mucho mejor. 
Lo mejor de todo esto es que no recuerdo si esta conversación se produjo en la vida real (no consigo recordar exactamente quién me dijo la frase aunque tengo un par de candidatos) o lo he soñado todo (tengo unos sueños muy realistas, algún día hablaré sobre ello).

En fin, que el libro es muy entretenido y os gustará tanto si sois del ramo como si no. Me hace gracia como el destino (o llámalo como quieras) juega conmigo de tal manera que he leído este libro justo cuando estoy haciendo las prácticas en Atención Primaria. Tiene guasa la cosa, iba leyendo y pensaba: "Mira, esto me recuerda a lo que me pasó ayer". 
Y sobretodo, sobretodo, he aprendido la Regla Numero Uno. "No señora, en su papel pone que tiene hora a las 7, me da igual si usted ha venido a las 5 porque no tenía nada mejor que hacer a ver si la colábamos. Se espera como todo el mundo."

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